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Sobran los porqués: 7 mujeres por la igualdad

Porque aún hay que esperar más de cien años hasta alcanzar la igualdad real entre hombres y mujeres, según cálculos del Banco Mundial. Porque el 80% de los hombres en edad de trabajar tiene empleo, frente a un 67% de mujeres. Porque el 24% de mujeres ocupa puestos a jornada parcial, frente al 7% de los hombres. Porque las mujeres cobran cerca de un 25% menos que sus colegas hombres en trabajos de igual valor. Porque en España se doctoran el mismo número de mujeres que de hombres, pero solo el 39% son investigadoras. Porque el riesgo de pobreza se duplica en los hogares monoparentales, en su mayoría de mujeres. Porque las denuncias por violencia sexual crecen cada año (un 60% en los últimos seis). Porque hemos conseguido mucho pero aún quedan grandes cimas por conquistar, en 21gramos tenemos motivos para celebrar este 8M. Para ello, hemos querido reunir las voces de estas siete inspiradoras mujeres.

Romper el techo de cristal: más que palabras

Miwi Clavera | Directora general de DIRSE

Si queremos acabar con el techo de cristal, las cosas tienen que empezar a cambiar en cada empresa y organización. No podemos quedarnos en el plano aspiracional, hay que pasar a la acción y eso las empresas lo saben hacer muy bien cuando quieren. Elaborar planes (con metas calendarizadas; asignando responsables y recursos; definiendo indicadores de seguimiento, de cumplimiento y de impacto; e implementando acciones concretas que hayan funcionado en otras compañías, etc.), así como incorporar incentivos para los cambios, a través de la integración de estos objetivos en la remuneración variable de la dirección. En otro orden de cosas, no creo que la igualdad como concepto general sea un motor de transformación social, es más, diría que es lo contrario. Lo que produce cambios es la diversidad en sentido amplio, no solo en cuanto a género, sino también referida a la formación, cultura, raza, experiencias vitales, edad… Otra cosa es la igualdad entendida como igualdad de trato e igualdad de oportunidades como motor de transformación social para lograr una sociedad más justa (pues no todos los cambios sociales llevan parejos mayores niveles de equidad). En este caso, no dudo en afirmar que es imprescindible que las mujeres sean consideradas actores fundamentales, si no queremos perder la oportunidad de mejorar nuestras sociedades a todos los niveles.

La doble barrera de las mujeres con discapacidad

María Viver | Dirse de Randstad España y directora de la Fundación Randstad

Las mujeres con discapacidad tienen que hacer frente a una doble barrera en su incorporación al mercado laboral. Sin embargo, tenemos que ser conscientes del enorme valor que aportan a la sociedad y a las empresas. En un entorno cambiante, marcado por la digitalización y los procesos transformacionales, las mujeres con discapacidad han tenido el gran reto de llegar al mismo sitio que los demás, pero teniendo que hacerlo por vías diferentes y buscando soluciones diferentes, desarrollando así actitudes tan demandadas en las empresas como la innovación o la creatividad. Ellas trabajan cada día un valor fundamental: la resiliencia y la capacidad de adaptación buscando su hueco en la sociedad y en el empleo, donde son piezas clave para impulsar el trabajo en equipo y la colaboración. Por eso, las mujeres con discapacidad, todas ellas, tienen un talento que hay que poner en valor y, aunque estamos en la senda positiva, tenemos que seguir abriendo camino hasta lograr la igualdad de oportunidades en el empleo.

La emergencia climática sí entiende de género

Miriam Zaitegui | Experta en políticas de cambio climático de Ecodes

El cambio climático afecta y afectará a todas las personas, pero no a todas por igual. No afecta igual a unos países u otros, a unas regiones que a otras ni a un estrato económico u otro y, dentro de todo eso, tampoco afecta a las mujeres y niñas de la misma manera que al resto de la población. Porque las mujeres constituyen el 80% de los refugiados climáticos y son las más perjudicadas por las temperaturas extremas y los desastres naturales. No solo porque las tareas más feminizadas (de mujeres y niñas) tienen que ver con la agricultura o el transporte de agua o leña, sino porque, incluso, termo-regulamos diferente. La paradoja se da cuando se analizan los datos de emisiones desde la perspectiva de género. Los hombres comen más carne, conducen más coches y, entre otras cosas, ocuparon (y mayormente siguen ocupando) los puestos de poder que nos han traído a esta situación de emergencia climática. De hecho, hay también una relación entre cambio climático y aumento de la violencia contra mujeres y niñas. El programa para el Desarrollo de Naciones Unidas ha presentado recientemente una investigación alarmante sobre el aumento de violaciones, matrimonios forzados e intercambio de niñas por comida fruto del endurecimiento de las actividades feminizadas por causas climáticas. Hace pocos días, IUCN presentaba otro informe que lo confirmaba. Sí, puede sorprender, pero podríamos decir que el cambio climático es machista. Perjudicial para ambos géneros, pero especialmente con uno. Por ello, el Acuerdo de París, pionero en muchas cosas, también supo aprovechar la ocasión para obligar a los países que lo ratificaron (hoy 189) a incluir la perspectiva de género en el desarrollo de las políticas climáticas. Además, en la COP25 se aprobó, por fin, un Plan de Acción de Género a 5 años que incluye a las mujeres en la toma de decisiones. El cambio climático nos ha puesto ante el espejo y nos invita a repensar qué nos ha traído hasta aquí. Ya que lo hacemos, estaría bien soltar resistencias y comenzar a reflexionar desde otras perspectivas, como la de género.

Conciliación: la importancia del cómo

Maite Egoscozábal | Responsable de Investigación Social del Club de Malasmadres

Desde hace cuatro años trabajamos escuchando la voz de miles de mujeres que viven su día a día como una carrera de obstáculos difíciles de superar. Está claro que la conciliación no es posible tal y como está montado el sistema, pero creemos que el problema no solo radica en las medidas de conciliación que pueda implantar un Gobierno o una empresa, sino en cómo están enfocadas estas medidas. Es fundamental poner el foco en la corresponsabilidad porque, si las medidas de conciliación existentes están planteadas para que las mujeres puedan estar presentes en el mercado laboral sin dejar de cumplir su rol de cuidadora principal, entonces seguiremos perpetuando la desigualdad de género dentro y fuera de casa. Necesitamos medidas para todos y todas para no penalizar siempre a aquel segmento de la población al que socialmente se le asigna la jornada de cuidar, que mayoritariamente somos mujeres. Defendemos medidas que impliquen al hombre en el trabajo del cuidado, fomentando así la corresponsabilidad (educar desde las empresas, escuelas o permisos iguales e intransferibles). También, defendemos replantear las jornadas laborales haciéndolas más compactas y flexibles para que la sociedad pueda hacer uso de otros tiempos, no solo del tiempo de trabajo remunerado, que hoy en día ocupa la centralidad de la jornada. Desde el Club creemos fundamental que se escuchen y se establezcan medidas que impacten en las familias, las empresas y la educación y esto debe pasar por un Pacto de Estado por la conciliación. Recientemente hemos lanzado la encuesta lasinvisibles.org cuyos resultados estamos analizando y nos pondrán sobre la mesa una radiografía completa de la maternidad para seguir luchando y reivindicando nuestro «yo no renuncio», porque desde Malasmadres y la Asociación Yo No Renuncio por la conciliación no renunciamos a ver crecer a nuestros hijos e hijas y no renunciamos a nuestra carrera profesional. La campaña pone sobre la mesa un reto social: dar valor al trabajo reproductivo, al cuidado de las personas, porque, si no cuidamos y no cuidan de nosotras, la sociedad no es sostenible. Solo hay que ver las cifras de natalidad, que muestran la gravedad del problema social. Si no responsabilizamos a la sociedad del cuidado y de la reproducción, no revertiremos las cifras.

El consumo en clave feminista

Annaïck Locqueneux | Impulsora de la Iniciativa ¿Quién es el jefe?

El consumo relacionado con la compra de alimentos está en general vinculado a la preparación de los mismos y es uno de los ámbitos que, lejos de ser igualitario, establece y reproduce todavía la desigualdad de género. De hecho, dicho consumo se ve a veces como un factor adicional en la «sobrecarga mental» que soportan todavía miles de mujeres debido al desajuste o brecha de implicación y participación de los miembros de sus familias en la vida diaria. Es por eso que me pareció muy interesante el punto de vista de la artista Emma Clit en su cómic Me lo podías haber pedido. Ilustra muy bien esta «carga mental» que se define como tarea invisible de la que nadie habla, que refleja esa sensación de «estar en alerta y acordarte de todo». Hoy en día, 3 de cada 4 mujeres sufre carga mental, aunque un 40% de ellas desconoce el concepto. Y aunque muchas de nosotras nos hemos independizado, ciertas representaciones jerárquicas persisten. Esta carga mental se basa en creencias que hay que deconstruir, representaciones que hay que reconstruir y una organización política y social que hay que cuestionar y reinventar. Con nuestra iniciativa ¿Quién es el jefe? (guiño para decir que justamente no hay jefes, «los jefes de lo que comemos somos todos»), nos gustaría insuflar un cambio de actitud, una libertad de elección para todos y todas en nuestra manera de consumir. ¡Nos permite ser consum’actores participando y votando por una información transparente y decidiendo entre tod@s las características del producto que nos parezcan más relevantes, eso sí, sin importar si somos hombres o mujeres.

La igualdad, piedra angular de la Agenda 2030

Marta González-Moro | CEO de 21gramos e impulsora de Marcas con Valores

La ONU lo ha repetido en numerosas ocasiones: sin mujeres, no hay ODS. Ninguno de los 17 objetivos que conforman esta agenda global es alcanzable si no se acometen planes ambiciosos para asegurar la igualdad real y el empoderamiento de mujeres y niñas de todo el mundo. Es un motivo de esperanza que cada vez más mujeres ostenten puestos de responsabilidad en todas las disciplinas, pero más prometedor, si cabe, es que sean ellas quienes estén liderando la batalla de la sostenibilidad. Pienso, cómo no, en Greta Thunberg, que con solo 16 años ha logrado poner al mundo frente al espejo (y que, como analizamos en el III Estudio Marcas con Valores, representa a una generación más consciente del impacto de sus decisiones). Pero también pienso en Alexandria Ocasio-Cortez y su Green New Deal, en Ursula Von der Leyen al mando de la carrera climática europea o en Wangari Maathai, histórica ambientalista y primera mujer africana en recibir el Premio Nobel de la Paz. El mundo necesita ese liderazgo comprometido con la sostenibilidad en su amplio sentido de la palabra. Quién capitanee los megadesafíos de esta década es clave, pero más lo es el para quién: el ODS 5 constituye un objetivo transversal a todas las dimensiones del desarrollo inclusivo y sostenible. Queda mucho por hacer, pero vamos por el buen camino.

Las otras referentes

María Lizarraga | Consejera asesora y miembro del jurado de Mujeres a seguir (MAS)

Hablar de referentes es una necesidad. Cuando empezamos en 2014, en los medios todavía no había muchas mujeres protagonistas. Hemos visto cómo poco apoco se producía un cambio, aunque el techo de papel sigue siendo una realidad. Nos dimos cuenta de que, si se hablaba de alguna mujer, siempre se hablaba de las pocas que ya habían llegado, pero no se hablaba de aquellas que estaban llevando una muy buena carrera pero que seguían siendo anónimas. Así nacen los Premios MAS, primero dentro del sector de la publicidad y luego extendidos a toda la sociedad civil (Ciencia, Comunicación, Cultura, Deporte, Economía, Tecnología) con el objetivo de visibilizar e impulsar la carrera de aquellas mujeres que un día podrían llegar a ser esos «referentes top», lo que llamamos «mujeres espejo». Todavía quedan muchos muros que romper, pero el talento femenino es evidente, y cada vez más. Además, es una realidad que solo y exclusivamente se puede conseguir terminar con la pobreza integrándonos a todas las mujeres en un 50-50. Esto enriquece a los países por la propia riqueza que aporta la diversidad. La ola de la igualdad es enorme e imparable.

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