Nueva movilidad: cambiar para que el mundo siga moviéndose

La manera de desplazarnos nos define como sociedad y marca nuestras decisiones a nivel individual. Aunque ha cambiado en las últimas décadas, el sector se encuentra en permanente revolución para adaptarse a unos tiempos que le exigen ser más verde que nunca. Una decena de expertos participaron en la mesa Incertidumbre energética y retos de la movilidad en el siglo XXI, el primero de los cuatro encuentros del Foro MOVE de Movilidad Sostenible impulsado por ALD para debatir sobre los grandes retos del sector en un contexto cambiante.

Cuando Arquímedes dijo aquello de «dadme un punto de apoyo y moveré el mundo», su mundo era tan reducido en cuanto a habitantes que, quizá, ese punto y poco más era suficiente para mover a unos pocos cientos de millones de personas que vivían en él. Hoy, camino de los ocho mil millones, para hacerlo se necesitan más puntos de apoyo y también aviones, coches, trenes, bicicletas, barcos y todos los medios inimaginables. Y combustibles fósiles. Muchos combustibles fósiles que van camino de agotarse y cuya disponibilidad depende, por si fuera poco, de unas condiciones geopolíticas cada vez más inestables.

Aunque tanto ese contexto como la propia emergencia climática afectan a todas las personas y sectores económicos, el de la movilidad se encuentra en el centro del torbellino. Según los datos manejados por el Ministerio de Transición Ecológica, las actividades relacionadas con el transporte son las responsables de una cuarta parte de las emisiones totales de gases de efecto invernadero en nuestro país y, de ellas, el 95% proceden del transporte por carretera.

«Dentro del propio sector de la movilidad, la situación en el mercado del automóvil es compleja, aún más porque nos enfrentamos a retos imprevistos. La crisis de los combustibles y de los semiconductores, la pandemia, los problemas de suministro… El sector, que recordemos es un 10% del PIB de nuestro país, está cambiando. En el horizonte vemos ya un año 2035 en el que la normativa pone fin a los vehículos de combustión, pero en nuestro país aún estamos lejos de esa transición», introducía Antonio Cruz, subdirector general de ALD Automotive, en la sesión inaugural del Foro MOVE de Movilidad Sostenible, una serie de encuentros organizados por la compañía para entender y dar respuesta a algunos de los desafíos presentes y futuros del sector de la movilidad.

Antonio Cruz, subdirector general de ALD Automotive.

En la primera de estas mesas, celebrada bajo el título Incertidumbre energética y retos de la movilidad en el siglo XXI, expertos y voces relevantes del sector analizaron algunos de las múltiples cuestiones relacionadas, de forma directa, con nuestra forma de movernos como el teletrabajo, la renovación del parque eléctrico, el transporte en las ciudades y fuera de ellas, la economía circular o la importancia de la inversión en I+D+i para reducir emisiones. La conclusión general es clara: continuar haciendo las cosas como hasta ahora no es sostenible y necesitamos cambiar, pero ningún problema complejo tiene una solución sencilla. Y, este, tampoco.

Innovación para facilitar la transformación

Para resolver un problema, el primer paso es buscar una solución. Cuando hablamos de dar respuesta a cuestiones tan grandes como la transición energética o ecológica, la emergencia climática, esa solución no llega mágicamente de un día para otro: miles de personas trabajan cada día para encontrar nuevas vías e ideas que permitan seguir avanzando. Y eso se llama I+D+i.

En el caso de la movilidad, la cuestión es especialmente compleja porque toca de forma transversal el bienestar social de todos los ciudadanos. «Necesitamos nuevos mecanismos, más desarrollados y enfocados al futuro. Descarbonizar el transporte es y será mucho más difícil que hacerlo con otros sectores, como por ejemplo el de la generación de electricidad, porque en ellos existen alternativas que aquí no hay. Si en el 2050 queremos tener una economía descarbonizada, el vehículo eléctrico no será suficiente», advierte Mercedes Ballesteros, directora del Departamento de Energía y subdirectora del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT).

Mercedes Ballesteros, subdirectora del CIEMAT.

Para la experta, la inversión en innovación es clave porque, hoy, ya existen alternativas sobre la mesa como los biocombustibles, los compuestos sintéticos o el hidrógeno y los vehículos eléctricos que, aunque fueron desechados en los años noventa en favor del gas, hoy se han configurado como una apuesta real. «Seguir defendiendo modelos actuales no es interesante. Europa apostó por el desarrollo de motores de combustión interna, pero hoy eso ya está superado y, cuanto antes abordemos qué pasará con las baterías o los materiales críticos, mejor. El reto no es sencillo y nos obligará no solo a cambiar nuestros combustibles, sino también nuestras prioridades y comportamientos», concluye.

Aunque quizá esos cambios comportamentales aún no son tan masivos como requeriría la urgencia climática, sí son más que perceptibles. Según el estudio  Nueva Movilidad Urbana y Seguridad Vial. Accidentalidad en la nueva cultura del desplazamiento, impulsado por la Fundación Línea Directa en colaboración con la Fundación Española para la Seguridad Vial (FESVIAL), el 72% de los españoles afirman que han cambiado su forma de desplazarse en los últimos años, sobre todo en lo relativo al uso de vehículos cada vez más presentes en las ciudades como son los patinetes, las bicicletas o las motos eléctricas. Al mismo tiempo, también cambia la relación con los propios vehículos: sobre todo los más jóvenes prefieren optar por nuevos modelos de sharing y VMP.

«Los desafíos de la movilidad son muchos y, sin duda, el vehículo eléctrico es uno de los candidatos, pero no el único. Ahora nos encontramos en un momento en el que tenemos que buscar cuál es el modelo más eficiente para cada usuario para ayudarle a tomar la mejor decisión», apunta Juan Villalba, director de operaciones de Ozone Drive, una startup tecnológica especializada en servicios avanzados de movilidad eléctrica.

Juan Vilalba, director de operaciones de Ozone Drive, junto a Sonsoles Martín Garea, directora de Marketing Relacional, Comunicación Externa y RSC.

En un mercado cada vez más complejo que nos pone cada vez más opciones sobre la mesa, Villalba apunta a los datos como la clave para impulsar la nueva movilidad. «El cambio es paulatino y, por supuesto, hay que ver qué necesidades tiene cada persona porque hoy comprar un coche no se limita a elegir entre gasolina o diésel. Dentro de las propias empresas, existen tecnologías para identificar qué empleados son susceptibles de pasarse al eléctrico y cuáles no en función del uso del vehículo, ayudando a que las flotas sean más eficientes y sostenibles, y esos sistemas irán perfeccionándose en el futuro», apunta.

Un futuro eléctrico, un presente saludable

Pese a inconvenientes como la falta de puntos de recarga fuera del entorno urbano –aunque desde el Ejecutivo han manifestado su deseo de que para 2023 haya 100.000 puntos instalados, la realidad es que la Anfac estima que hoy solamente hay unos 13.500– o incertidumbres como la forma de reutilizar las baterías cuando lleguen al final de su vida útil, es indiscutible que, en lo relativo al automóvil, todo se ha puesto literalmente las pilas. Por ejemplo, aunque aún no son ni mucho menos mayoritarios en el parque automovilístico nacional, las ventas de coches electrificados aumentaron un 55% en 2021 en comparación con el año anterior, según datos de la patronal.

Para Juan José Conde, responsable de desarrollo de negocio B2B de Acciona, cifras como estas son el combustible para mantener cierto optimismo dentro del sector. «Sabemos que el camino no es fácil, pero tenemos que poner el foco en la meta común que compartimos siendo conscientes de los logros que vamos consiguiendo. Nos enfrentamos a un mundo nuevo y, por tanto, las soluciones tienen que ser también flexibles y adaptadas al usuario y a sus circunstancias», subraya. 

Juan José Conde, responsable de desarrollo de negocio B2B de Acciona, junto a Jesús Jimeno, director comercial de ALD Automotive.

Lo vivido en entornos urbanos es un ejemplo de que las soluciones más descarbonizadas para moverse existen y hay compañías trabajando en ellas. «La movilidad 100% sostenible y compartida es realista y posible. Hay cientos de miles de personas que la ponen en práctica cada día, que van de un punto A hasta un punto B pagando solo por el tiempo que usan el vehículo. Tenemos la tecnología nos permite saber qué quiere el usuario y garantizarle que los vehículos se carguen 100% con renovables. Eso nos hace ser más rentables y sostenibles no solo en cuanto a la generación de energía, sino apostando por negocios basados en estrategias que lo sean», añade. Eso sí, hace hincapié en la necesidad de alianzas entre todos los actores implicados para conseguirlo.

Julián Sastre, presidente del Instituto de Movilidad, también señala esas sinergias públicas y privadas como un factor imprescindible para seguir avanzando, pero pone sobre todo deberes a las administraciones para que apuesten realmente por un transporte público que permita descongestionar las ciudades. En su opinión, no se trata solo de sostenibilidad, sino fundamentalmente de salud. «Todos trabajamos por nuevos modelos urbanos y estos no pueden llevarse a cabo sin la administración. Se trata de energía, de congestión del tráfico, de seguridad, de salud… En fin, de supervivencia de nuestro mundo. Y eso debe trascender las ideologías», apunta.

Julián Sastre, presidente del Instituto de Movilidad.

En un contexto en el que la contaminación es un problema que afecta a millones de personas cada día, apostar por nuevas formas de movernos es imperativo para proteger a la población. Para el experto, eso pasa inevitablemente por convertir al transporte público en el epicentro de la movilidad. «Es el eje vertebral de la movilidad en las ciudades, y debe estar también en consonancia con las aplicaciones, con las nuevas formas compartidas… Siempre garantizando que sea accesible a los usuarios. Si la demanda cambia, la oferta tiene que cambiar y, aunque ya tenemos coches, patinetes o bicicletas, vamos más lentos de lo que deberíamos», opina.

Una oportunidad para invertir en el cambio

Un cambio estructural de modelo supone y necesita, además de cambios individuales y colectivos, una importante inyección económica. La movilidad sostenible se llevará en España, de forma directa, alrededor de 6.500 millones de euros procedentes de los fondos Next Generation de la Unión Europea, fundamentalmente destinados a las inversiones de empresas y administraciones en la renovación de sus flotas y en la instalación de puntos de recarga para vehículos eléctricos.

«El cambio climático al que nos enfrentamos es la mayor disrupción de la historia, y también una oportunidad para los negocios. No tenemos que pensar en 2030, sino incorporar la sostenibilidad como una prioridad estratégica en la que tomar decisiones a corto plazo para ver resultados en el largo. Nosotros, como entidad, queremos acompañar a los clientes en su transición y damos ejemplo personal con ello», explica Jaime Yrazusta, responsable de Eficiencia Energética en clientes particulares de BBVA en España.

Tanto la legislación como la inversión en materia de sostenibilidad –hablamos de una movilización de 20.000 millones de euros anuales en esos temas, como se recoge en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, el PNIEC– y, para Yrazusta, el crecimiento será exponencial. «Avanzaremos si trabajamos en la concienciación de que este tipo de inversiones son rentables, sobre todo a largo plazo. Para conseguirlo, son muy importantes los datos, la información que ayude a tomar decisiones y ponga en perspectiva que, aunque la inversión inicial es alta, a la larga será algo bueno para el negocio. Somos optimistas, pero no va a ser fácil, y en la medida en la que todos nos involucremos en ello está la clave del éxito».

Jaime Yrazusta, responsable de Eficiencia Energética en clientes particulares de BBVA.

Y la cuestión está, precisamente, en cómo las empresas grandes, medianas y pequeñas pueden involucrarse con ello en medio de un contexto global de incertidumbre. «Nadie pone en duda la transición energética, porque todos sabemos que estamos ahí. La preocupación es cómo afrontarla», señala Jesús Jimeno, director comercial de ALD Automotive.

Para él, ahora que ha calado el mensaje de que la lucha contra la emergencia climática no es una cuestión ideológica, el gran reto es encontrar soluciones adaptadas y adaptables a las particularidades de cada cliente y usuario. «No se trata tanto de economía como de operatividad. En función de las necesidades de cada empresa damos una carta con todas las soluciones que ofrece el mercado hoy, que no serán las mismas que ofrecerá dentro de tres años. Hoy hay pasos intermedios, nuevas energías, nuevos modelos de renting y sharing… La clave está en la capacidad de adaptación a esas nuevas exigencias en materia de sostenibilidad», concluye.

«Anticipar lo que viene no es tanto saber lo que va a pasar, sino ayudar a que se haga realidad lo que queremos que pase», recordaba en una de sus intervenciones Marta González-Moro, moderadora del debate, CEO de 21gramos e impulsora de Marcas con Valores. Hoy, con una realidad que cambia cada semana, una bola de cristal se limita a ser un elemento decorativo, pero las acciones concretas que ya están en marcha sí permiten mirar al futuro con optimismo.

Miles de años después, una voz menos filosófica y más prosaica que la de Arquímedes, la de Jorge Drexler cantaba eso de que estamos vivos porque estamos en movimiento. «Si quieres que algo se muera, déjalo quieto». Y hoy no tenemos otra vía que ser nuestro propio y nuevo punto de apoyo para que nuestra especie –y el resto– siga moviéndose en viaje.

Los participantes en el encuentro junto a Pedro Malla, director general de ALD España, en el centro de la imagen.

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