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Cómo hacer el máximo bien posible

La Fundación Ayuda Efectiva aspira a ayudar a sus donantes a tener el máximo impacto positivo en el mundo, seleccionando y financiando los programas que logran mayores resultados y llegan a más personas.

En plena emergencia sanitaria, económica y social, conviene recordar que muchas personas en el mundo viven, con pandemia o sin ella, en emergencia permanente. En concreto, 700 millones de personas subsisten con menos de 53 € al mes, según el Banco Mundial.

Es paradójico cómo, en un momento en el que somos más conscientes de nuestra vulnerabilidad, de la importancia de contar con un sistema sanitario fuerte y de la dificultad por alcanzar un verdadero Estado del bienestar (o de la facilidad para desmoronarlo), nos cuesta más levantar la mirada y observar el mundo con mayor amplitud. «Cuando lo hacemos, descubrimos, entre otras cosas, que somos increíblemente ricos comparado con otras personas. Las diferencias de riqueza son tan grandes que tenemos una capacidad enorme para ayudar a las personas que viven en los países más pobres». Así lo cree Pablo Melchor, quien, tras una larga trayectoria como emprendedor, en 2018 decidió dar un giro a su carrera para orientarla a la filantropía y fundar Ayuda Efectiva.

El origen intelectual de esta entidad sin ánimo de lucro está en la corriente del altruismo eficaz, basado en el principio de maximización del impacto de las donaciones, que ya venían impulsando varias organizaciones de otros países desde 2007, pero que no existía en España. Lo que motivó a Melchor a liderar este movimiento en nuestro país se resume en una pregunta tan simple como transformadora: «¿Cómo podemos hacer el máximo bien posible? Hay pocas preguntas que merezcan más la pena».

Pablo Melchor (Ayuda Efectiva): «Hasta ahora, donábamos por empatía, pero sin aplicar evidencia en cuanto a resultados»

«Hasta ahora, donábamos por empatía, pero sin aplicar evidencia, rigor, exigencia en cuanto a resultados. La siguiente vuelta de tuerca es hacer lo que haríamos en el mundo empresarial: que esa donación sea efectiva, que tenga el mayor impacto, llegue al mayor número de personas y ayude realmente a resolver problemas», explica. «La tendencia hacia la acción basada en evidencia va a ser muy positiva porque va a ayudar a todo el mundo a enfocar mejor sus iniciativas».

En cierta medida, apunta Melchor, se trata de trasladar la mentalidad científica al tercer sector. «Si a la empatía le aplicas la racionalidad, le das superpoderes: la capacidad de llegar mucho más lejos». Pero, ¿cómo? «Con planificación y la priorización previa», dice sin titubeos. «Si queremos tener el máximo impacto, deberíamos elegir, primero, problemas grandes, que ayuden a un número muy grande de personas; segundo, problemas solucionables, donde los mismos recursos nos den más resultados (si hablamos de la paz en Oriente Medio, sabemos que es un problema increíblemente espinoso y que no es solo una cuestión de recursos); y, por último, problemas que estén relativamente desatendidos (cuando un problema ya tiene mucha atención mediática, por ejemplo, ahora el covid, cada unidad de recursos adicional aporta muy poco)».

Y una vez priorizada la causa a la que quiero destinar mi donación, ¿qué es lo siguiente? «Aquí es donde entra GiveWell, que busca intervenciones para las que hay muy buena evidencia, en base a estudios académicos y datos; quién es capaz de hacerlo con mejor coste-efectividad de todas las personas y organizaciones que están trabajando en esa área; y, por último, que esa organización sea transparente y que esté dispuesta a que le auditen», continúa el presidente de Ayuda Efectiva.

Desde GiveWell han calculado que el impacto por euro invertido de algunas intervenciones es hasta 300 veces mayor que el de otras. Melchor lo explica con un ejemplo concreto: «si quiero donar 1.000 euros a la lucha contra el covid, debemos saber que no van a acelerar un solo minuto el desarrollo de las vacunas. Van a permitir, quizá, comprar unas pizarras más para la planta 18 del centro de investigación, que vendrán bien, y toda ayuda es bienvenida. Pero, en comparación, esos 1.000 euros destinados, por ejemplo, a comprar mosquiteras, podrían proteger a 500 personas de la malaria».

El impacto por euro invertido de algunas intervenciones es hasta 300 veces mayor que el de otras.

En esa combinación, pues, de problemas grandes, solucionables y desatendidos, basados en la evidencia, «se encuentran áreas en las que verdaderamente se pueden cambiar muchísimo las cosas». Una de ellas es salud en los países más pobres. Ahora mismo, desde Ayuda Efectiva están financiando programas de tres tipos a través de su fondo de salud global: relacionados con la erradicación de la malaria, con la desparasitación de niños y con la suplementación de vitamina A, que es, entre otras cosas, la mayor causa de ceguera en la infancia.

«Sabemos ya que vamos a evitar 552 casos de malaria, vamos a desparasitar a 21.000 niños, vamos a suplementar a casi 3.000 en vitamina A. Además, como trabajamos en enfermedades que provocan una mortalidad infantil muy elevada, a día de hoy nuestro esfuerzo (llevamos desde julio) habrá salvado 7 vidas, que son muchísimas si consideras que salvar una vida ya es milagroso», cuenta Melchor. Desde Ayuda Efectiva, que publica periódicamente sus objetivos e impactos, tienen la ambición de llegar a las 235 vidas salvadas este primer año.

Toda ayuda es buena, pero algunas formas de ayudar son mucho más efectivas que otras.

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