Una millennial en la COP25

Por Sandra Segura

«En la lucha contra el cambio climático no hay un único frente de combate, y por eso, a pesar de la mediocridad de los resultados de la COP25, considero que hay grandes motivos para la esperanza», escribe Sandra Segura, técnico de responsabilidad social y sostenibilidad en 21gramos, tras su paso por la cumbre celebrada en Madrid.

Dicen por ahí que los millennials tenemos una mayor conciencia social y ambiental que generaciones anteriores: de acuerdo con algunos estudios, el cambio climático es una de nuestras mayores preocupaciones. Pero también dicen que somos una generación desencantada con la economía, la política y las organizaciones.

Si bien mis preocupaciones coinciden con ese retrato robot de la generación a la que pertenezco, mi vocación y pasión por la sostenibilidad me impiden ser derrotista. Cuando ves con tanta claridad cómo el camino está conduciendo al abismo y la necesidad de virar de rumbo se evidencia imprescindible, no cabe pensar que alguien pueda seguir por la misma ruta sin acabar desviándose antes de caer al vacío.

Grandes esperanzas

La COP25 se produjo en vísperas de este 2020, año en el que entraba en vigor el Acuerdo de París del 2015, por lo que éramos muchos los que albergábamos grandes esperanzas para la pasada Cumbre del Clima. Esperábamos que las negociaciones entre los mandatarios mundiales hubieran culminado en un nuevo documento técnico con directrices específicas que permitieran que el convenio, firmado por 195 países en 2015, fuera plenamente operativo para este año.

Tras el informe del IPCC, algunos optimistas incluso pensamos que aumentaría la ambición de los países en la reducción de emisiones

Tras las arrolladoras evidencias científicas presentadas en el Informe Especial sobre el Calentamiento Global del IPCC (Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático), algunos optimistas incluso pensamos que este documento impulsaría la ambición de los países en sus negociaciones por la reducción de emisiones. En este informe se evidenciaba la importancia de mantener el aumento de la temperatura global por debajo de 1,5ºC en lugar de 2ºC, como estipulaban los compromisos suscritos en el Acuerdo de París. En palabras de Priyadarshi Shukla, uno de los coautores del informe: «Limitar el calentamiento global a 1,5°C frente a 2°C reducirá la repercusión significativa sobre los ecosistemas, la salud humana y el bienestar».

Según las predicciones de este informe, aun cumpliendo con los actuales compromisos del Acuerdo de París, el calentamiento global continuaría aumentando hasta al menos un 3ºC para el 2100. Una cifra escalofriante teniendo en cuenta que ya estamos viviendo las consecuencias de un calentamiento global de 1ºC, con condiciones meteorológicas más extremas, crecientes niveles del mar y un menguante hielo marino en el Ártico.

Nada más lejos de nuestra expectativa, cuatro años después del Acuerdo de París, la COP25 tan solo ha logrado un acuerdo mínimo para ratificar los compromisos prefijados en el convenio.

¿La cumbre del greenwashing?

Algunas voces críticas han calificado a esta COP como la del greenwashing debido a la presencia de enormes multinacionales en los stands de la Zona verde (espacio destinado a la sociedad civil) y la Zona azul (espacio administrado por las Naciones Unidas).

Aunque es cierto que muchas empresas aprovecharon el foco mediático para posicionarse en la lucha contra el cambio climático, en mi opinión, no sería justo decir que muchas de las presentes no lo contemplaran ya entre sus compromisos, sus informes o sus políticas ambientales de forma directa o indirecta.

A través de mi trabajo en 21gramos tuve la oportunidad de poder acceder a la zona azul de la COP25, donde tuve el privilegio de asistir a multitud de conferencias y debates con representantes de multinacionales e instituciones de todo el mundo. Allí descubrí avances que organizaciones de diversos países están desarrollando en torno a la transición ecológica, con innovaciones en energías alternativas y sistemas para la reducción de emisiones: turbinas de hidrógeno a gran escala, plataformas marinas flotantes de generación de energía eólica, sistemas de absorción de CO2 o un método de separación electrostática para la recuperación de HFCs contaminados (gases que contribuyen al efecto invernadero).

Mientras los Estados se evidencian cada vez más como enormes elefantes blancos, las empresas se alzan como agentes clave para la transformación

Así que, mientras los Estados participantes en las Conferencias de las Partes (COP) se evidencian cada vez más como enormes elefantes blancos incapaces de sacarnos de esa “casa ardiendo” (parafraseando a Greta Thunberg), las empresas se alzan cada vez más como agentes clave para la transformación que ha de producirse.

Hicimos historia: carbono neutro para 2030

21gramos, como empresa BCorp, se ha comprometido a llevar a cabo sus actividades teniendo en cuenta el medio ambiente y a todos su grupos de interés. En coherencia con esta responsabilidad, el pasado 11 de diciembre nos comprometimos públicamente junto a otras más de quinientas BCorp a ser carbono neutras para el 2030, veinte años antes de los objetivos marcados en el Acuerdo de París (2050), contribuyendo así a la limitación del calentamiento global a 1,5ºC. En palabras de Gonzalo Muñoz, cofundador del Sistema B y high level champion de la COP25, «todos los sistemas económicos deben cambiar si queremos evitar los impactos más catastróficos del calentamiento global y alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), y la comunidad global de Empresas B tiene un papel fundamental en este proceso».

Como empresa BCorp, 21gramos se compromete a reducir en un 50% sus emisiones de CO2 para 2025 con el objetivo final de ser neutra en carbono en 2030

Nuestra adhesión a este compromiso nos permitió tener el enorme privilegio de acceder a una de las salas plenarias de la Cumbre del Clima, la sala Baker. Para mí, poder estar allí fue cumplir un sueño, una enorme oportunidad que no hubiera podido tener de no ser una «grammer». Para mí, la asistencia a aquella conferencia significaba formar parte de un momento histórico que (en aquel momento lo creía) marcaría un punto de inflexión en las decisiones y negociaciones de las próximas décadas. Terminé de cumplir ese sueño cuando, al finalizar las intervenciones, se nos invitó por sorpresa a todos los representantes de las empresas BCorp presentes a subir al escenario.

Durante el desarrollo del pleno, asistí emocionada a las intervenciones de dirigentes de países de todo el mundo, de representantes del sector privado y de reconocidas personalidades, como la acérrima defensora de la justicia climática Mary Robinson.

Sin duda, una de las intervenciones que más me impactó fue la conversación en directo que mantuvo el astronauta Luca Parmitano desde la Estación Espacial Internacional (ISS) con el ministro de Ciencia, Innovación y Universidades en funciones, Pedro Duque, y el secretario general de la ONU, Antonio Guterres. Enfundado en su traje espacial, Parmitano describió su visión de la Tierra desde el espacio, con su belleza y su enorme fragilidad, así como el efecto devastador que provocan fenómenos naturales como huracanes o ciclones a su paso. «Por primera vez he visto con mis ojos los terribles efectos del cambio climático», advertía a través de la gran pantalla.

A pesar de las grandes personalidades que asistieron al plenario, el mensaje que más alto resonó fue el de los manifestantes que se congregaban momentos antes en el exterior

A pesar de las grandes personalidades que asistieron al plenario, para mí y espero que también para la comunidad internacional, el mensaje que más alto resonó era el que se lanzaba momentos antes desde el exterior, en la cacerolada de los manifestantes que se congregaron a las puertas para reclamar «un paso adelante en la ambición y en la acción para luchar contra el cambio climático».

Un llamamiento con el que denunciaban la inacción de Gobiernos e instituciones ante la emergencia climática y la mala regulación sobre sistemas como los mercados de carbono, que ha provocado vulneraciones de los derechos humanos en muchos países en desarrollo. Un hito que presencié cuando nos encontrábamos a las puertas de la sala plenaria, y que sin duda me devolvió los pies a la Tierra y reafirmó aún más mis motivos para estar allí.

Más allá de la COP

En la lucha contra el cambio climático no hay un único frente de combate, y por eso, a pesar de la mediocridad de los resultados de la COP25, considero que hay grandes motivos para la esperanza. Uno de estos motivos es el Pacto Verde Europeo, anunciado en Bruselas por la actual presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, mientras en Madrid aún se estaban desarrollando las negociaciones de la COP25. Consiste en un plan medioambiental que persigue el ambicioso objetivo de convertir a Europa en «el primer continente climáticamente neutro», para el que establece metas específicas a 2030 y a 2050, y una hoja de ruta inicial para la implantación de las principales políticas.

Este European Green Deal , aprobado el pasado 14 de enero, se estructura en ocho líneas estratégicas: garantizar el acceso a energía limpia y asequible, impulsar de la economía circular y la construcción de edificios eficientes, reducir la polución a cero, proteger la biodiversidad y acelerar la transición hacia una movilidad sostenible y un modelo agroalimentario justo.

Si bien algunas entidades gubernamentales parecen desoír las evidencias de que nos encontramos ante una verdadera urgencia climática, el sector privado y la sociedad civil parecen haber despertado ante el mensaje de advertencia que los más 11.000 científicos mandaron a la humanidad.

Además de la iniciativa de Net Zero 2030 de BCorp, entre las iniciativas puestas en marcha por el sector privado para combatir el cambio climático, destacaría la de Business For Ambition 1.5, por la que se invita a líderes empresariales a comprometerse públicamente a implantar medidas efectivas y cuantificables para contribuir a lograr el objetivo de los 1,5ºC.

Los ciudadanos comprometidos pueden promover un auténtico cambio de paradigma mediante el buycotting

Los miles de personas que participamos en la marcha por el clima el pasado 6 de diciembre en Madrid, nos cifren en 15.000 o en 500.000 dependiendo de la fuente, evidenciamos la preocupación real que impera en la ciudadanía española sobre la emergencia climática, y que demanda una acción efectiva para mitigar sus efectos. A estas cifras bien podríamos sumarles la de los asistentes que acudieron a la zona verde de la COP o los propios consumidores que «buscan productos sostenibles y éticos”, que según nuestro III Estudio Marcas Con valores representan un 60% sobre el total de los más de 1.000 ciudadanos consultados.

Ante cualquier demanda social también aparecen oportunidades de negocio para las empresas, y por ende, los ciudadanos comprometidos pueden promover un auténtico cambio del paradigma actual mediante el buycotting: penalizando o premiando en la compra a las empresas que no actúan ante las grandes problemáticas sociales o medioambientales. Al fin y al cabo, como bien dijo Greta durante su intervención en el pleno de la COP 25, «cada gran cambio en la Historia ha venido de la gente, de tú y yo, de nosotros».

Aquí os comparto mi experiencia en imágenes durante los días que duró la COP25, tanto en la zona verde como en la zona azul.


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