En un contexto en el que las compras online se han multiplicado de forma exponencial, mejorar la gestión logística de las entregas es imprescindible para descongestionar el centro de las ciudades y hacer más fácil el día a día de sus habitantes. Un grupo de expertos abordó este gran desafío en la última mesa del II Foro MOVE de Movilidad Sostenible impulsado por ALD Automotive | LeasePlan.
Dentro de las conocidas como teorías del caos, el efecto mariposa es un concepto empleado para trasladar la idea de que cambios apenas perceptibles en un sistema pueden tener todo tipo de consecuencias casi impredecibles en el futuro. Su nombre deriva de una metáfora: el aleteo de una mariposa en un lugar remoto puede desencadenar cambios gigantescos al otro lado del mundo. La propagación de un virus en China pone en cuarentena al mundo entero durante meses. La venta de hipotecas tóxicas en Estados Unidos lleva a la quiebra a empresas de un pueblo de Cádiz. Tus pedidos online cambian la forma en la que millones de personas se mueven en la ciudad.
Aunque el comercio online lleva mucho tiempo entre nosotros, los últimos años han supuesto una auténtica revolución. Según datos aportados por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), la cuota de mercado del ecommerce creció desde el 0,7% en 2010 al 7,4% en 2020. Las cifras no se quedan ahí. En 2022, movió 72.000 millones de euros, subiendo un 25% más que en el ejercicio anterior. La línea ascendente no solo se mantiene, sino que empuja cada vez más hacia arriba.
«Hablamos de que el transporte de paquetería ha llegado a tener un crecimiento de hasta el 40%. Es un cambio enorme, pero también una oportunidad para abordar de maneras diversas el aumento de la demanda y sus implicaciones ¿Hasta qué punto estamos teniendo un comportamiento sostenible? ¿Podrá el centro de las ciudades asumir este volumen creciente? ¿Cómo hacer la transición a vehículos que generen menos emisiones?», planteaba Antonio Cruz, director general de ALD Automotive al inicio de La última milla y los retos asociados a la cadena de transporte, mesa final del II Foro Move de Movilidad Sostenible organizado por la compañía y que reunió a una decena de expertos para debatir acerca de los retos que plantean estos nuevos escenarios.

Hacia la necesaria transición energética
Hacer un pedido por internet es una decisión que tiene muchas más implicaciones que esperar a que el repartidor llame a tu puerta. Conlleva cambios en la logística, en el trato entre proveedores y empresas de mensajería, en el propio empaquetado, en la gestión de almacenaje y distribución de productos, en las flotas… Todo ello en un contexto de descarbonización de la movilidad que implica la progresiva electrificación de los vehículos y la instalación de infraestructuras que permitan su carga.
«En el centro de las ciudades existe un problema sobre cómo conseguir potencia extra sabiendo que la demanda es creciente y no es ordenada. Nos encontramos, por ejemplo, ante la situación de los coches que no tienen una plaza de garaje en la que cargarse por la noche. En el caso de los vehículos ligeros dedicados a los repartos de última milla, se planteó la posibilidad de hacerlo por inducción con instalaciones en la vía pública. También hubo pruebas piloto para hacer lo mismo con autobuses en el caso de Madrid», explicó Rafael Riquelme, vocal de la comisión de Energía del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Madrid (COIIM) y CEO de Loradix. «Se están produciendo grandes avances en materia de descarbonización, pero aún hace falta una cultura de la nueva movilidad que tenemos que adoptar todos, desde la ciudadanía a las administraciones públicas y las empresas que tienen que hacerla realidad», concluyó.

Adaptación a una realidad cambiante
El importante incremento del comercio electrónico ha supuesto, como es lógico, el incremento de repartos de mensajería. A la vez, la entrada en vigor de las diferentes legislaciones en materia ambiental, como es el caso de las llamadas Zonas de Bajas Emisiones en el centro de las grandes ciudades, han supuesto un reto extra para las empresas de última milla. Con más de ochenta años de historia a sus espaldas, en el caso de Seur esta nueva realidad se incorporó dentro de los procesos de transformación de la compañía. «La sociedad actual no es la misma que hace quince años, y no podemos hacer las mismas cosas que hacíamos entonces. Tener eso claro es importante para saber hacia dónde tenemos que ir para conseguir que nuestros objetivos de sostenibilidad estén alineados con nuestros objetivos de negocio», sostuvo Marc Bayo, director de Seur Now.
La compañía es uno de los gigantes de la paquetería en España. Como contó Bayo, cada día tienen del orden de un millón de paquetes en reparto, una cifra que requiere de una enorme capacidad de gestión de imprevistos logísticos. «El reto está en ser rápido en la ejecución de las tareas, pero sobre todo en manejar muy bien las cuestiones a largo y a corto plazo. Es decir, tenemos que poder clasificar los paquetes para optimizar los repartos o la tipología de vehículos que los entregan mientras también pensamos en la amortización de nuestra flota o en cómo serán mañana nuestras instalaciones», explicó.

Si empresas con décadas de historia han visto cómo las nuevas demandas del consumidor y las normativas urbanas cambiaban la realidad de su negocio, las más jóvenes ya nacieron con esa adaptabilidad obligatoria dentro de su genética corporativa. Es el caso de Mensos, una empresa de ecomensajería que realiza repartos en bicicleta en Madrid, Valencia, Málaga, Barcelona y Sevilla y que cuenta con una treintena de personas en plantilla. «Nacimos en 2015 en un contexto en el que ya teníamos presentes los problemas que existían con los vehículos en el centro de las ciudades, tanto por la contaminación, como por el tráfico y la ocupación del espacio público», incidió Alejandro Corroto, su CEO y fundador.
Ya entonces, su planteamiento partía de la premisa de que incorporar vehículos ligeros era beneficioso en ambos parámetros: una bicicleta como las suyas ocupa cinco veces menos que un coche y, aunque no puede llevar mercancía pesada, sí es capaz de llevar hasta cincuenta paquetes pequeños de forma mucho más eficiente. «El coste operativo y ambiental de no entregar un paquete o de una devolución es inmenso. Nosotros montamos pequeños microhubs urbanos que nos permiten adaptarnos a este nuevo cambio de paradigma y hacer repartos con cero emisiones. Que vehículos alternativos como el nuestro o patinetes, motos eléctricas o andarines estén cerca del cliente final ayudará a reducir la presencia de furgonetas en las calles y ayudará a crear mejores ciudades para todos», resumió Corroto.

Innovación que va mucho más allá de la tecnología
Existe una dicotomía entre hacer frente a nuevos problemas requiere de nuevas soluciones o darle una vuelta a lo tradicional para adaptarlo a la nueva realidad del comercio electrónico. A veces, la gran revolución pasa por solucionar problemas cotidianos: según los datos que manejan desde el propio sector logístico, casi la cuarta parte de los paquetes no llegan a las manos del destinatario a la primera, por lo que los desplazamientos se duplican, con los costes económicos y ambientales que eso conlleva.
Para combatir esta situación nació Citibox, que llevó el sistema de buzones para dejar los envíos puesto en marcha desde hace años por diferentes compañías –por ejemplo, Amazon tiene unos 5.700 buzones en funcionamiento, y Correos más de 4.000 dispositivos Citypaq– a los edificios residenciales, que hoy aglutinan la mayoría de los repartos. Así lo cuenta David Bernabéu, que fundó su startup en el año 2015. Su empresa se define como «el reto global y el equipo entusiasta que se encarga de resolverlo» y se caracteriza por su carácter tecnológico. «Aspiramos a crear una red urbana que cambie la última milla. Nuestros buzones inteligentes permiten entregar de forma cómoda para los compradores y eficiente para las empresas de mensajería al dejar los paquetes a la primera», explica.
Las cifras acompañan esa aspiración: en ocho años, ya cuentan con casi 300 empleados y 50.000 buzones instalados en 10.000 edificios de Madrid y Valencia. Su facturación superó los 65 millones de euros en 2022, una cifra que esperan duplicar este 2023 tras la adquisición de Celeritas. El objetivo es empezar a gestionar también las devoluciones. «Nos sentimos especialmente orgullosos de poder decir que nuestro sistema es capaz de reducir el 52% de la huella de carbono de los pedidos online», presume.

Otra manera de pensar fuera de la caja en materia de última milla la plantea Clara Lloveres, country manager de Shopopop. Como ella misma cuenta, se trata de la versión actualizada de la antigua costumbre de pedirle a alguien que te recogiera algo que le quedaba de camino. Eso sí, ahora bajo el prisma de la economía colaborativa. «Es un modelo de negocio que crea impacto positivo en la sociedad ya que aprovecha los desplazamientos habituales de millones de personas para entregar paquetes, reduciendo el impacto medioambiental al utilizar vehículos que ya se mueven», subraya Lloveres.
Ese es básicamente el funcionamiento del crowdshipping: se crea una comunidad de particulares y el sistema optimiza las entregas, adaptándose tanto a las rutas de los conductores como a las distintas franjas horarias marcadas por el comprador. Dicho de otra manera: alguien recoge la compra en un establecimiento que le pilla cerca y la entrega en otro sitio que también le va bien. La aplicación tiene un sistema de gratificaciones que bonifica a los repartidores entre cuatro y ocho euros por entrega en función de la distancia recorrida y el volumen de la mercancía. «Es un modelo sostenible medioambientalmente, pero sobre todo muy eficiente en tiempo, porque en la mayoría de las rutas siempre hay alguien en movimiento. Es algo muy útil en las ciudades, pero también en los pueblos donde puedes tejer una red aprovechando los trayectos de gente que va y viene a trabajar y que puede traerles paquetes a sus vecinos», incide. Floristerías, supermercados, pastelerías o tiendas de alimentación son algunos de sus principales clientes, ya que su distribución por franjas horarias permite entregas casi inmediatas, en apenas dos horas. «La realidad es que el consumidor se ha acostumbrado a una inmediatez que debería llevarnos a todos a una reflexión sobre sus implicaciones a nivel social y ambiental. Aprovechar los trayectos que ya realizan los particulares es una manera de hacerlo de forma más sostenible», concluye.

Ciudades seguras, ciudades humanas
La mayor presencia de vehículos de reparto en las calles plantea retos a muchos niveles para las ciudades no solo a nivel de sostenibilidad ambiental o de ordenación urbana, sino también en materia de seguridad vial y de salud laboral para los trabajadores del sector del transporte y la logística. Según datos publicados en el año 2019 por el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST), el sector del transporte es la séptima actividad económica con mayor riesgo de experimentar un accidente laboral y la segunda con mayor número de víctimas mortales.
Reducir la siniestralidad es un desafío para garantizar la seguridad de los conductores y empresas que cuentan con furgonetas de reparto que recorren miles de kilómetros semanales, especialmente en última milla. Según recoge en el Libro Blanco de la seguridad vial en el sector eLogistics, los siniestros viales son más frecuentes en entornos urbanos, ya que son los que tienen un mayor volumen de itinerarios y de maniobras realizadas.
«Es imprescindible que desde las empresas hagamos una propuesta de valor enfocada en la seguridad vial que contribuya a mejorar la sociedad y que, al mismo tiempo, de un nuevo enfoque y oportunidades al sector», apuntó David Henche, marketing manager de LeasePlan. A esto, añadió: «Hacer frente a cuestiones como la hiperestacionalidad del sector o la transición energética, con los cambios legislativos que conllevan, requiere de un esfuerzo extra en la adaptación tanto de los vehículos como de los propios modelos de negocio. Invertir en el análisis de los accidentes ayuda a prevenirlos para evitar las consecuencias más graves, pero también contribuye a reducir la cuota y los costes operacionales de las flotas, algo especialmente relevante para las empresas, sean o no del sector logístico».

Construir ciudades más seguras es solo una de las aristas de uno de los grandes retos que afrontamos ya casi consumido el primer cuarto del siglo XXI: lograr que unos entornos urbanos cada vez mayores sean espacios sostenibles, eficientes y garantes del bienestar de las personas que los habiten. Naciones Unidas prevé que cada vez viviremos más en ciudades –el 68% de la población mundial en 2050, calcula– y, en el caso de España, Madrid se configura como el principal polo de atracción demográfica. Según las proyecciones que manejan las administraciones locales y el INE, la Comunidad de Madrid crecerá en más de un millón de personas en el periodo 2022-2037. Hablamos de que será el hogar de casi ocho millones de personas.
«Tenemos una ventana de oportunidad para construir ahora el Madrid que queremos y en esta fase de diseño es clave incorporar la visión de distintos stakeholders, tanto de empresas como de la propia sociedad civil», explica David García Núñez, presidente de Madrid Capital Mundial (MWC), una entidad de colaboración público-privada creada en 2020 a iniciativa de la Comunidad y el Ayuntamiento y que ya aglutina a casi 200 compañías que trabajan para atraer inversión internacional y hacer de Madrid un referente internacional de soluciones urbanas.

La movilidad es un aspecto clave en ese aspecto. De hecho, se estima que más de un millón de vehículos circulan de forma continua por el centro urbano. «Es muy importante que se haga una planificación integral como la que ya se realiza gracias a ‘Madrid 360’. Hoy, los ciudadanos tienen una estación de metro a una distancia media de siete minutos y existe una sólida red de transporte urbano para unir distritos dentro y fuera de la M30. También se puede circular en Bicimad, patinetes o motos y Chamartín será el mayor hub de movilidad de Europa», explica García Núñez, que también incide en la necesidad de adaptación tanto a los nuevos hábitos del consumidor como a la nueva realidad urbana para construir espacios que generen bienestar. «Debemos seguir avanzando en la sensibilización de los ciudadanos con respecto al uso del vehículo y trabajar para regular los horarios de carga y descarga, evitando que se concentre en horas punta y mejorando tanto el tráfico como la vida cotidiana de los vecinos», concluyó.
Esas ciudades futuras –casi presentes ya– aún están por materializar. De que consigamos hacerlo de forma eficiente, segura y sostenible dependerá la vida de millones de personas en las próximas décadas ¿Ganaremos la partida?
