Combatir el desperdicio alimentario con los cinco sentidos

Mientras uno de cada diez habitantes del mundo sufre desnutrición, cada año se tiran a la basura 1.300 millones de toneladas de alimentos. Cada vez más usuarios e iniciativas trabajan para reducir esa cifra por justicia social, pero también por sostenibilidad: el desperdicio alimentario es el responsable del 10% de los gases de efecto invernadero que cada año terminan en la atmósfera.

Al igual que las etiquetas de los alimentos informan sobre su procedencia, si recogiesen también cuál va a ser su destino, nos sorprendería saber que, vengan de donde vengan –Almería, Canarias, Filipinas o Chile–, un tercio de ellas va a terminar en un sitio mucho menos exótico: el cubo de basura. Según los datos ofrecidos por el Ministerio de Agricultura, España es el séptimo país de la Unión Europea que más alimentos desperdicia, con más de 7,7 toneladas anuales. O, dicho de otra forma más pragmática, cada persona tira a la basura unos 250 euros en forma de 170 kilogramos de comida.

Sin embargo, además del coste para nuestro bolsillo, también deja una abultada factura a pagar por el planeta, porque los recursos empleados en su producción distribución y venta también se van al sumidero: el desperdicio alimentario es el responsable directo del 10% de las emisiones de gases causantes de efecto invernadero, estima el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas.

Independientemente de lo que se desecha en las etapas de fabricación, distribución y restauración, aproximadamente el 42% del derroche de alimentos corresponde a los hogares. Aunque no es un problema nuevo, el aumento de conciencia medioambiental que se ha producido en los últimos años ha hecho que seamos cada vez más conscientes de que lo que compramos –y lo que tiramos– tienen un impacto enorme en los recursos del planeta. «Es cierto que la ciudadanía está cada vez más sensibilizada sobre la crisis climática, pero a menudo nos cuesta identificar de qué modo podemos actuar para revertir esta situación», apunta Helena Calvo, responsable de proyectos de concienciación en Too Good To Go, un movimiento que nació en 2016 para luchar contra el desperdicio alimentario. «De acuerdo a un estudio que realizamos las pasadas navidades, pudimos identificar que solo las generaciones más jóvenes asocian el desperdicio de alimentos con el impacto ambiental. Por ello es muy importante seguir comunicando sobre ello y empoderar a todos los consumidores, sea cual sea su edad, para que puedan tomar acción contra el desperdicio, ya que esa es la clave para lograr el cambio», añade.

Cada persona tira unos 170 kilogramos de comida al año, por valor de unos 250 euros

 Así, mediante una aplicación móvil, Too Good To Go conecta gratuitamente a los establecimientos que tienen excedente diario con los consumidores, que los compran por un precio reducido y los «salvan» de acabar en el contenedor. «La solución tecnológica que proponemos permite una acción directa contra el desperdicio. Además, se trata de una solución escalable, ya que no importa que se trate de una gran ciudad o de un pueblo, o quizás un establecimiento aislado en cualquier rincón del país: solo hace falta un waste warrior cerca con ganas de salvar esa comida para poder ponerle freno al desperdicio», incide Calvo.

Alianzas para cambiar de hábitos

Sin embargo, hoy su movimiento es más amplio y no se circunscribe a la app, sino que se extiende a otras formas de combatir el desperdicio alimentario en hogares y empresas, pero también a través de acciones en educación y política. «Queremos seguir impulsando esa pedagogía sobre el desperdicio de alimentos en las instituciones educativas y continuar creando un gran marco de relaciones y alianzas fuertes con empresas y con las administraciones públicas que permitan seguir avanzando en el desarrollo de una estrategia coordinada que ayude a cumplir con el objetivo marcado por Naciones Unidas dentro de los ODS de reducir a la mitad el desperdicio alimentario para 2030», explica. ¿Su objetivo? Haber salvado 1.000 millones de packs de comida a nivel global para 2024.

Una misión tan grande y compleja, en la que hay tantos actores implicados, requiere del compromiso de todos ellos, desde los fabricantes hasta los consumidores, pasando por los supermercados y cadenas de distribución o los negocios de hostelería. Así, hoy Too Good To Go está liderando la campaña Fechas con sentido: mira, huele, prueba, una iniciativa para aclarar las confusiones asociadas a las etiquetas de consumo preferente –de hecho, se calcula que en la UE el etiquetado de los alimentos es el responsable del 10% de la comida que se desperdicia, unos nueve millones de toneladas anuales– y ayudar a los consumidores cuándo un alimento se puede comer: cuatro de cada diez de ellos desconocen que la fecha de consumo preferente es solo un indicador de calidad organoléptica, a diferencia de la de caducidad, que es un indicador de seguridad alimentaria.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column][vc_video link=»https://youtu.be/E8usBSCUM14″][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]Pero, aunque haya que recordar a los ciudadanos que los lácteos pueden tomarse quince días después de su fecha de consumo preferente, o hasta tres meses más si hablamos por ejemplo de cereales del desayuno, las marcas tienen un papel fundamental para contribuir a la concienciación. Desde Too Good To Go han impulsado la comunidad de marcas Waste Warriors, grandes empresas que se han comprometido contra el desperdicio de alimentos mediante iniciativas como esta. Así, se ha diseñado un distintivo para que las marcas aliadas lo incluyan y evitar que alimentos en buen estado terminen en la basura. «Las marcas que quieren formar parte de este cambio están trabajando ya para añadir este nuevo distintivo en los packagings de sus productos con fecha de consumo preferente y de ese modo inspirar a sus consumidores en la lucha contra el desperdicio. De esta forma queda claro que cuando unimos fuerzas y trabajamos unidos podemos hacer llegar el mensaje más lejos y el impacto positivo que podemos generar es aún mayor», explica Calvo.

Entre las marcas adheridas al movimiento se encuentran Central Lechera Asturiana, Hellman’s o Babybel, pero también un número importante de B-Corps como Danone, Capsa Food, RobinGood, Heura o Quién es el jefe. Como explican desde Too Good To Go, el hecho de trabajar de Bcorp a Bcorp significa tener una base común de la que partir, un objetivo compartido de empresas transformadoras que buscan un modelo sostenible de desarrollo. En palabras de Calvo, formar parte de la comunidad «incluye una visión de trabajo conjunto y colaboración. Nosotros sabemos que juntos podemos llegar mucho más lejos y tenemos claro que, si una empresa está certificada Bcorp, tenemos mucho camino por recorrer conjuntamente».

Helena Calvo (Too Good To Go): «Es muy importante seguir comunicando y empoderar a todos los consumidores, sea cual sea su edad»

«La información es poder y toda la industria alimentaria debemos ir de cara, tenemos que poder explicarlo todo sobretodo si es para tener un impacto positivo. Los beneficios económicos nunca pueden ir por delante a los beneficios para los animales, el planeta o nuestra salud. Empoderar a los y las consumidoras siempre debe ser una prioridad», explica Bernat Añaños, cofundador de Heura, marca que comercializa carne 100% vegetal que incluirá el distintivo ‘mira, huele, prueba’ en los bocados, burgers y albóndigas.

Esa misma visión también la comparten otras empresas como Danone, que también se ha adherido a esa iniciativa y se encuentra trabajando para cambiar la fecha de caducidad por la de consumo preferente e incluir ese mismo distintivo en algunos de sus productos. «Somos conscientes de las terribles consecuencias sociales, económicas y ambientales del desperdicio de alimentos, y creemos que es fundamental actuar de forma coordinada para hacerle frente», subraya Laia Mas, directora de Asuntos Públicos de la compañía. Y añade: «Estamos comprometidos con una alimentación saludable, sostenible e inclusiva y por eso aplaudimos esta nueva iniciativa destinada a educar y empoderar al consumidor. Las marcas tenemos una enorme responsabilidad y alianzas como las de la campaña Fechas con sentido nos ayudan a llevar esta ambición aún más lejos».

Consejos para evitar el desperdicio alimentario

Además de exigir cambios y acciones a las empresas y legisladores, todos podemos ayudar a combatir el desperdicio alimentario en casa, a la hora de comer, pero también cuando vayamos al supermercado. Estos podrían ser algunos de los trucos para evitar que el cubo de basura se llene, nuestro bolsillo se vacíe y el planeta se resienta.

  • Planificar. Hacer un menú semanal que nos permita hacer una lista de la compra más consciente nos ayudará a comprar lo que necesitamos sin pasarnos. También podemos incluir en este punto lo que queremos congelar para más adelante si no lo vamos a consumir.
  • Observar. Una vez estés en la tienda o el supermercado, fijarnos en las fechas de caducidad –o de consumo preferente– de los alimentos nos ayudará a saber hasta cuándo podremos comerlos. Además, una vez estén en casa, nuestros sentidos nos dirán si están bien: ¡mira, huele, prueba!
  • Reaprovechar. Las sobras que guardamos en la nevera nos salvan la vida más de una vez, y podemos emplear nuestra creatividad para reutilizarlas en platos nuevos. Y, cuando ya las hayamos exprimido, podemos convertir los restos en abono natural para nuestras plantas.
  • Ser responsables. Elegir los platos con moderación en los restaurantes, pedir para llevar el excedente o utilizar aplicaciones para ‘salvar’ alimentos que vayan a ser desechados es también una buena manera de combatir el desperdicio alimentario y adoptar hábitos de consumo más responsables.

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