COP25: es tiempo de actuar (juntos)

Por Laura Zamarriego

Madrid adopta estos días el refulgente título de green capital. No es la primera vez que España acoge una cita de Naciones Unidas, pero sí la primera que asume una de las cumbres sobre cambio climático y que lo hace a contrarreloj, después de que Chile renunciara a albergar la COP25 al no poder garantizar la seguridad.

Hay quienes directamente prefirieron retirar su candidatura, como Brasil, que alegó dificultades económicas, si bien es de sobra conocido el negacionismo de su presidente, Jair Bolsonaro, quien prefiere referirse a la lucha climática como “ecologismo chiíta”. Pero ni “Brasil está por encima de todo y Dios por encima de todos” ni “es una falacia decir que la Amazonia es patrimonio de la humanidad”. Por encima de todo y de todos está el planeta. Y nada hay más falaz que desdeñar las advertencias de la comunidad científica.

Acierta el profesor del Institute for New Economic Thinking Eric Beinhocker cuando dice que “el clima extremo está generando una política extrema”. Sin embargo, ante a las nuevas viejas teorías de la conspiración, el auge de los extremismos y los intentos de algunos políticos inconscientes de debilitar los grandes consensos globales, parece alzarse un dique de contención infranqueable. “Una superpotencia”, en palabras José Luis Gallego, “que se está imponiendo a todos ellos en las calles: los ciudadanos del mundo”. El ambientalista recuerda en una tribuna para eldiario.es que, en lo que Trump lleva de mandato, Estados Unidos ha cerrado más plantas de carbón que durante toda la presidencia de Obama y que California está liderando la reducción de emisiones de CO2 a nivel mundial.

En lo que Trump lleva de mandato (y a pesar de él), EE. UU. ha cerrado más plantas de carbón que durante toda la presidencia de Obama

“We are still in” (“Seguimos dentro”). Así se bautizó la coalición formada por más de un millar de alcaldes, empresas, inversores y universidades en todo el país, que se rebelaron en cadena contra el trumpexit del Acuerdo de París. En una carta abierta, destacaban: “En EE.UU, son los gobiernos locales y estatales, junto con las empresas, los responsables primarios de la dramática caída de las emisiones de gases de efecto invernadero en los últimos años. Las acciones de cada grupo se multiplicarán y acelerarán en los próximos años, sin importar qué políticas adopte Washington”.

Las empresas, en primera línea de fuego

Los foros de Davos del último lustro han dado un radical giro de timón. Durante el pasado encuentro en los Alpes suizos, se generaron cerca de 4.000 artículos sobre cambio climático, según la plataforma Weflive, desarrollada por KPMG. El 85% de los encuestados en el informe The Global Risk Report 2019 apuntan a un incremento de los riesgos derivados de las confrontaciones políticas, pero también de los efectos asociados del calentamiento global.

Tan solo una veintena de compañías globales son responsables del 35% de las emisiones de CO2 en todo el mundo desde 1965, de acuerdo con un análisis del Climate Accountability Institute. El papel que juega la industria y las empresas es clave para lograr limitar el calentamiento global a 2 grados centígrados para final de siglo con respecto a la era preindustrial y perseguir la meta para bajarlo a 1,5 grados.

El papel de la industria y las empresas es clave para lograr limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados

La COP21, celebrada en diciembre de 2015 con el ruido de fondo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, marcó un antes y un después en la adopción y comprensión de la necesaria política de alianzas, en la redefinición del capitalismo y en la incorporación de la perspectiva ética a la idea de progreso.

COP25
La COP21 (París, 2015) alcanzó el acuerdo global de emisiones que se revisará en la COP25

La COP25 cobra especial importancia porque es la última gran oportunidad para revisar los planes climáticos nacionales de 2020, con vistas a la entrada en vigor del Acuerdo de París el próximo año. El sector privado tiene el deber de ser parte activa del cambio. De abandonar esa mala política del greenwashing heredada del pasado para adoptar el greenembracing, esto es, incorporar los compromisos y de liderar desde el ejemplo. Más aun cuando los Estados no están haciendo sus deberes: las emisiones de gases invernadero de las 20 grandes economías del mundo (G20) están aumentando, según el Informe Brown to Green de la organización Climate Transparency, que afirma que la mayoría de ellos están técnicamente capacitados para cumplir sus contribuciones.

Una responsabilidad compartida

Hace tiempo que se hizo evidente ese nuevo orden mundial de poderes líquidos: coaliciones de alcaldes y empresarios por cumplir con los objetivos de descarbonización, encíclicas papales revestidas de ecologismo, desinversiones millonarias en combustibles fósiles, Gretas en los atriles de Naciones Unidas y jóvenes de todo el mundo frente a los parlamentos.

Parece que hemos entendido que el cambio climático no distingue clases sociales, ni nacionalidades, ni gobiernos ni fronteras. Que no es una cuestión de ideología sino de supervivencia. Y que el desafío al que nos enfrentamos es de tal complejidad y magnitud que solo trabajando juntos –ciudadanos, empresas, gobiernos, instituciones, sindicatos y oenegés– le haremos frente.

Podríamos recordar, una vez más, las advertencias del IPCC. Podríamos recopilar, una vez más, los datos relativos a la intensificación de los desastres naturales, las migraciones climáticas, la progresiva pérdida de biodiversidad o el tiempo que nos queda si no cambiamos el rumbo. Pero el tiempo de los avisos ya ha terminado. De nada sirven tampoco los alarmismos ni los relatos distópicos. El miedo solo paraliza. Y bastante nos ha costado despertar. Es tiempo de actuar (juntos).

Desde Marcas con Valores y 21gramos –empresa BCorp, certificada por B Lab por su cumplimiento con los más altos estándares en términos de desempeño social y ambiental, transparencia y ética empresarial–, tenemos el convencimiento de que, si cada uno asume su responsabilidad individual y hace lo que puede desde su propia toma de decisiones, puede sumarse al cambio que necesitamos.

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