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Claves para la gestión de equipos en el escenario del COVID-19

Por Ximena Sapaj, Directora de Investigación e Inteligencia Social en 21gramos y Marcas con Valores

EL COVID-19 es un evento crítico inesperado que nos ha afectado a todos, y esa dimensión de globalidad es uno de los aspectos que lo hacen aún más estresante. En este artículo queremos transmitir algunas claves sobre cómo ayudar a enfrentar esta situación a los equipos de trabajo, es decir, a aquellas personas con las que nos relacionamos durante gran parte de nuestro día a día.

Lo que ya sabíamos de la gestión de equipos

La gestión de equipos en situaciones no excepcionales requiere de un líder que logre poner en práctica la efectividad de su liderazgo. Algo que puede sonar a obviedad, pero que no es una tarea fácil, sobre todo cuando se trata de grupos grandes, lo que hace más complicado el reto de conseguir que cada miembro del equipo no se vea como un «yo», sino como un «nosotros», alineado con el objetivo a conseguir y con el propósito de la compañía. Un equipo de trabajo bien coordinado y motivado puede alcanzar cualquier meta que se le proponga.

Otro elemento que está suficientemente estudiado se relaciona con la gestión de las emociones dentro de los equipos. Una de las  características del liderazgo de equipos es la capacidad de construir relaciones personales en el entorno laboral que permitan la expresión emocional satisfactoria de todos los miembros del equipo. Mucho se ha escrito y discutido sobre la importancia de la inteligencia emocional entendida como «la habilidad de gestionar las emociones de modo que sean expresadas de forma adecuada y efectiva, permitiendo a las personas trabajar de manera coordinada en torno a los objetivos comunes», según la definición aportada por Daniel Goleman en Emotional Intelligence. Aunque hasta hace relativamente poco tiempo hablar de emociones en la esfera laboral era impensable, las investigaciones científicas han demostrado que este tipo de inteligencia es mayor predictor de éxito que el cociente intelectual. Por eso, el control –esto es, la identificación y la gestión– de las emociones en el trabajo se ha convertido en una de las competencias básicas de empleados y líderes.

De hecho, según Goleman, el 80% del éxito profesional de una persona viene condicionado por la capacidad de control de las emociones en el trabajo. Esto se debe, de acuerdo con Peter Salovey y Daisy Grewall en The Science of Emotional Intelligence, a que «las personas con inteligencia emocional son mejores en la toma de decisiones, aumentan su creatividad, ejercen un mayor liderazgo, impulsan su habilidad para solucionar problemas y refuerzan su poder de negociación, lo que les facilita la consecución de sus metas».

Las investigaciones científicas han demostrado que la inteligencia emocional es mayor predictor de éxito que el cociente intelectual

En un contexto de crisis como el que vivimos, que supondrá una mayor transformación de nuestra realidad en la medida en que se alargue en el tiempo, ¿de qué manera los responsables de equipos de trabajo pueden ser un apoyo a la hora de enfrentar las emociones y necesidades que provoca esta situación de alta incertidumbre?

Para ayudarnos a responder a esta pregunta, hemos charlado con Enrique Chia, psicólogo jurídico especializado en situaciones de emergencias con amplia experiencia en intervención en crisis, de cuyas reflexiones podemos extraer varias claves que pueden ser de utilidad:

Entender los efectos emocionales que puede suponer el confinamiento

Antes de nada, debemos considerar que la crisis del COVID-19 produce un estado de desorganización que altera la vida y que sobrepasa la capacidad habitual de las personas para enfrentar los problemas. Una situación que genera un gran estrés, más aún teniendo en cuenta lo inesperado de esta crisis, que ha irrumpido de forma abrupta en la «normalidad» de las personas y grupos.

Cuando los niveles de incertidumbre crecen (como está pasando ahora), el miedo provoca situaciones de bloqueo en las que no funcionarán las herramientas necesarias para afrontar nuestro día a día a nivel personal y profesional. Debemos estar atentos y ayudar a aquellas personas de nuestro equipo a las que percibamos que les está sucediendo esto.

Compartir las emociones y estar bien informado

Lo primero es legitimar que existe miedo, no favorecer ni la negación ni la exagerada preocupación; ambos extremos llevan a la parálisis. Reconocer y compartir nuestras emociones con nuestros compañeros de trabajo alivia el nivel de tensión y además ofrece otro tipo de respuestas alternativas que surgen del intercambio con los otros. Ahora es el momento de recuperar una herramienta tan básica como el diálogo y la comunicación, para ponerla a disposición de nuestros empleados.

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Para combatir el miedo también es importante estar bien informados, y para ello no hay que estarlo ni mucho ni poco: es igual de nocivo no querer saber nada que querer saberlo todo. Debemos seleccionar muy bien las fuentes de información, filtrar esa información y solo quedarnos con las fuentes contrastadas; el resto debemos desecharlas. De lo contrario, se incrementará la sensación de incertidumbre.

La importancia de las rutinas para mejorar la concentración

La preocupación individual y social es una realidad con la que nos vamos a tener que manejar; lo importante es cómo mantenemos esta preocupación a raya. Habrá momentos del día en los que inevitablemente estemos preocupados, pero todos necesitamos, ahora más que nunca, establecer unas mínimas rutinas de ocio y de trabajo para que la preocupación no esté sobrevolando continuamente nuestras cabezas.

Cuando tenemos altos niveles de estrés, miedo y ansiedad, nuestra concentración, atención y memoria pasan a un segundo plano y caen en picado. Independientemente del puesto y de las tareas, lo primero es intentar descansar lo mejor posible.

Recapitulando: algunos consejos para el líder de equipos de trabajo

  • Fomentar el intercambio de experiencias y apoyo mutuo
  • Alertar de las fake news
  • Favorecer poner palabras a las experiencias que se están viviendo y visibilizar el impacto
  • Ayudar y facilitar la construcción de una narrativa conjunta que permita y favorezca la cooperación
  • Transmitir información clara de lo que se modifica en la organización del trabajo de forma didáctica
  • Dentro de lo posible, generar nuevos rituales significativos adaptados a la situación de excepcionalidad
No ayuda Sí ayuda
  • Hacer como si nada hubiera ocurrido
  • Asumir que algo ha cambiado en nuestras vidas.
  • Restar importancia a lo que ha pasado
  • Reconocer la seriedad de la situación
  • Buscar culpables
  • Aceptar que hay situaciones en la vida que no dependen de nosotros/as y que no se controlan
  • Aislarnos afectivamente y y no contarle a nadie lo que nos está pasando
  • Darse la oportunidad de contar lo que hemos vivido, en especial a alguien de confianza
  • Sentir que debemos salir solos/as de la situación
  • Buscar ayuda si sentimos que lo necesitamos para superar la situación

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