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PROTAGONISTAS DEL CAMBIO

[vc_row][vc_column][vc_column_text]En estos tiempos de volatilidad, posverdad y ambigüedad, donde la crítica poco constructiva se ejerce con ímpetu digital y fuerza verbal, algunos pueden creer que se están acotando el espacio y el tiempo para las prácticas del «todo vale». La hipertransparencia que facilitan los nuevos canales y medios permite al espectador consumir, en tiempo real y en todos sus formatos, el espectáculo vergonzoso de los excesos de los poderosos.

Sin embargo, la mayoría se presenta como espectadores indolentes. La falta de autoexigencia individual, favorecida por un entorno virtual, efímero e impersonal, adormece el resorte de nuestra capacidad real de cambio.

Tanto en el ámbito político como en el económico o el social, el activismo-denuncia ya no es suficiente. El cambio no lo provocan los activistas de sofá y su verborrea comprometida; los verdaderos abanderados del cambio son los protagonistas pragmáticos. No es la voluntad de que suceda, sino la suma de nuestros actos lo que hace posible la transformación social.

Tanto en el ámbito político como en el económico o el social, el activismo-denuncia ya no es suficiente.

El fabricante de automóviles causante del escándalo medioambiental más esperpéntico de nuestro tiempo, que utilizó trampas ni siquiera sofisticadas, conquistó el liderazgo mundial de la cifra de coches vendidos solo un año después de su particular y supuesto calvario. ¿Quién ha comprado cada unidad que le da el pódium?

El castigo a las malas prácticas es más mediático que real. El portazo al greenwashing lo daremos cuando, además de ventilar los trapos sucios de unos y de otros y limpiar el escenario, construyamos una conciencia colectiva con un propósito común. Deberíamos reflexionar sobre si deverdad nos importan el cambio climático, la igualdad de oportunidades, la creación de riqueza compartida, el recorte de las brechas de injusticia o los derechos y la dignidad de las personas. Deberíamos, entonces, participar en la co-construccion de la sociedad que queremos.

El castigo a las malas prácticas es más mediático que real.

Pongamos el foco actuando en positivo, involucrémonos y ejerzamos nuestra capacidad individual y de toma de decisiones, colaborando en los esfuerzos de quienes sí, de manera honesta y transparente, hacen su parte y esperan de manera legítima ser recompensados por ello. Siempre habrá desafíos pendientes y errores por cometer, dilemas cuya resolución conlleva sacrificios propios a cambio de mejoras colectivas y solo la coherencia de nuestros hechos podrá generar el impacto y el cambio deseados.

Artículo original publicado en Ethic por Marta González-Moro, CEO de 21gramos.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

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