CUIDAR LOS VALORES Y ASEGURAR EL LEGADO

«No soy el que era… pero sé quién soy» Este escueto pero profundo enunciado sirve a la perfección para entender el valor del legado. O, más concretamente, el legado desde los valores. En este sentido, una empresa familiar es, ni más ni menos, una forma de ser, de contar… y de hacer.

Por Sonia Pascual

Consejera de Calidad Pascual

Las empresas familiares han jugado un papel claramente protagonista en nuestro progreso económico. Parafraseando a mi hermano Tomás Pascual, «aquellos negocios que surgieron durante el siglo XX fruto de las ideas de pioneros y emprendedores y que fueron creciendo al mismo ritmo que lo hacía la sociedad son historia viva de nuestro país». Así lo revela el estudio La empresa familiar en España, del Instituto de la Empresa Familiar, según el cual este tipo de compañías suponen el 88% de nuestro tejido empresarial, aglutinan el 66,7% del empleo y el 57,1% del PIB.

Su vida media ronda los 33 años –la del resto está en torno a 12– y han tenido mayores tasas de supervivencia en épocas de crisis económica. Las razones de su longevidad son múltiples, pero quizás el hecho diferenciador y común a la mayoría radique en la existencia de una cultura corporativa y unos valores profundamente arraigados. Las empresas que cumplen con este mantra tienen más posibilidades de perdurar y transmitir su legado a posteriores generaciones.

La mera existencia de una cultura fuerte no es, ni mucho menos, suficiente para asegurar una salud de hierro. No analizamos aquí la vertiente economicista, como la internacionalización, la financiación, la rentabilidad o la digitalización, por citar algunos factores de desarrollo y robustez del negocio. Estamos abordando esa otra realidad de la empresa familiar que precede, subyace y trasciende a su propia actividad.

Es recomendable, por supuesto, contar con herramientas jurídicas que faciliten la continuidad empresarial. Por ejemplo, la familia Pascual firmó en 1999 un protocolo que aseguraba la incorporación progresiva y sujeta a estrictos requisitos de los nuevos miembros de la familia al gobierno corporativo.

Conjugar con acierto las relaciones intrafamiliares por un lado y de la propia familia con la empresa, es decir, ser capaces de gestionar adecuadamente las emociones personales frente a la racionalidad del negocio, es también fundamental para un devenir sostenible.

También resulta relevante en la empresa familiar ser capaces de transmitir adecuadamente los valores. En primer lugar, transferir de generación en generación los atributos de la compañía a todos los miembros de la familia. Y, por ende, a los empleados, a la sociedad y al resto de los interlocutores de la empresa. La comunicación es un factor diferencial para mantener viva la esencia de la compañía.

Cercanía, innovación, pasión, integridad y calidad. Se trata de una forma muy determinada de hacer negocios. Una conducta y una filosofía que conducen a mejorar la calidad de vida a nuestro alrededor.

Humanidad, entrega y excelencia. Fue este el espíritu vital que empujó a mi padre, Tomás Pascual Sanz, a introducir en España, hace ya cincuenta años, la leche uperisada y envasada en brik, dotada de los necesarios parámetros de calidad y seguridad alimentaria para comercializarla a gran escala. Esta es nuestra historia, pero también nuestro presente y nuestro futuro. Hacemos lo que somos y somos lo que hacemos: una empresa de valores. Solo viviéndolos intensamente aseguraremos la continuidad empresarial por medio de las generaciones venideras.


Este artículo se incluye en el especial “Mucho por hacer” de Ethic y Marcas con Valores.

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